Yo confieso que mi yo más privado y nostálgico es minimalista en ese sentido y le basta una hoja blanco y un poco de carboncillo o lápiz. En otro tiempo, más por pragmatismo que por otra cosa, casi toda mi ropa era gris o negra.
El amor por los colores llegó después, en una etapa no muy feliz. Fue como si de pronto tuviese que compensar mis tristezas rodeándome de colores y aquella explosión de color sinceramente me ayudaba a reecontrarme con la alegría a través de la luz y las diferentes formas en que puede reflejarse.
No tengo un color preferido o quizás los tengo todos... Antes creía que era el verde y me gusta mucho, pero me he dado cuenta, en muchos detalles, que también siento prelidección por el violeta y el azul.
Por mi trabajo marketiniano tengo que utilizar los colores de forma muy medida y meditada. Por ejemplo, el azul cuando se quiere transmitir limpieza o confianza. El rojo para llamar la atención y dar un punto atrevido. Cada color está asociado a diferentes cualidades y es así en todas las culturas y sociedades. El negro es elegante, pero es también el color del luto. El amarillo, el color de la alegría. Al menos para nosotros, en otros países los significados cambian.
Hoy, cuando limpiaba y recogía mi estudio, me he dado cuenta de cuántos colores hay presentes. En los estores. En las plantas y las macetas. En las cubiertas de libros y cuadernos. En los vinilos y láminas y cuadros de la pared. En los pequeños objetos de decoración. Una combinación quizás un poco loca o bohemia. Posiblemente no saldría en la portada de ninguna revista. Pero es mi combinación y me hace sentir bien.
¿Cuál es la tuya? ¿De qué colores te gusta rodearte?
0 comentarios:
Publicar un comentario