A lo largo de mi vida, he acudido de forma asidua y regular en varias ocasiones a clases de pintura. Lo hacía con muchísima humildad, porque me encantaba dibujar. De hecho me encanta y es una de las pocas actividades que consigue dejar mi hiperactiva mente en blanco, en un estado de relajación parecido a lo que me cuentan los amigos que practican yoga. Pues en mi caso sólo hay dos cosas que consiguen eso: dibujar y cocinar.
Sin embargo, siempre he tenido un problemilla con los dibujos. Al terminar un nuevo dibu me siento orgullosa, me parece mi mejor trabajo etcétera... Pasados unos días, ¡oh, terror! Me parece que es malísimo, que no debe verlo nadie... es más, no creo que nadie se imagine la cantidad de asesinatos de dibus que ha habido: hojas y cuadernos rotos en varios pedazos y arrojados a la basura en un momento de crisis. Por suerte o por desgracia encima tengo muy buena memoria, así que, sí, me acuerdo con mucho dolor de aquel dibu que tiré y que tampoco estaba tan mal!
Ésa fue una de las razones por las que abrí mi primer blog relacionado con la ilustración (con mis ilustraciones, pero también con el trabajo de maravillosos ilustradores a los que no me canso de admirar). Fue una forma de obligarme a escanear o guardar los dibus y de vez en cuando aún hecho un vistazo en aquellos primeros blogs y me dan un fiel reflejo de quién era yo en ese momento, de qué me pasaba por la cabeza, de cuáles eran mis preocupaciones... Absolutos álbumes de recuerdos :)
Por supuesto, esto no me ha pasado con los dibus sino prácticamente con toda actividad artística a la que he sucumbido. Mis grandes víctimas en ese sentido han sido mis poemas, que han sufrido auténticas escabechinas, pero de eso mejor os hablo otro día :D
Así que cuando alguien me dice, uy no, yo no sé dibujar o cosas parecidas siempre contesto lo mismo: la imperfección es bella, la imperfección nos hace distintos. Lo digo porque lo pienso de verdad. Yo tampoco sé dibujar. No al nivel que realmente me gustaría. Carezco de la seguridad que veía en muchos de mis compañeros de clases de pintura. Personas que, a lo largo de los años, se sentaban junto a mí y transmitían el absoluto convencimiento de que su trabajo con el lápiz o la acuarela o lo que fuese molaba. Tampoco he trabajado mucho la técnica; soy una persona demasiado inquieta y con demasiadas ocupaciones como para ello. Quizás algún día, cuando me jubile, por fin tenga tiempo para pasar horas y horas entre pinceles y lápices :D
Sé que, al igual que yo, tú que estás leyendo esto también tienes ese pequeño talón de aquiles, eso que no haces o dejas de hacer porque piensas que no eres lo bastante buena. Quizás lo seas o quizás no, pero si lo pensamos bien, nuestro tiempo aquí es limitado, demasiado escaso como para no hacer cosas sólo por miedo. Simplemente hay que atreverse y disfrutar. Aunque tu bizcocho merme al sacarlo del horno (maldita sea) o tu dibujo no tenga las proporciones que se consideren adecuadas o esa manualidad no se parezca mucho a la impresionante foto de Pinterest donde la encontraste...
¿No pensáis lo mismo? :)
Por cierto si te gusta el dibu que ilustra este post es un #freebie y te lo puedes descargar aquí :)
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