Pues eso. Un canto a la primavera. A las margaritas que salpican los trozos de cesped urbano. A los días más largos. A las flores de los cerezos. A dejar los abrigos olvidados en el armario. A las tardes en el parque o los paseos por el monte. A esa temperatura perfecta (ni mucho frío, ni mucho calor). A los pájaros cantarines. ¡Viva la primavera!
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